miércoles, 24 de abril de 2013

Historia

La Iglesia, como comunidad de salvación, nace en la

Pascua de Cristo, cuando él “pasa” de este mundo al

Padre (Jn 13,1). Cristo, surgiendo triunfante del sepulcro,

crea “la nueva humanidad” (Efe 2,15) con esperanza de

salvación. Pero el toque de consagración eclesial lo

recibirán los apóstoles el día de Pentecostés ante la gran

efusión carismática, “se llenaron del Espíritu Santo”

(Hch 2,4). Los apóstoles se lanzaron a todas las partes

del mundo, con el mensaje de una nueva comunidad de

amor. En poco tiempo se formaron grupos compactos

con un mismo sentir y vivir (Hch 4,32).

La comprensión del mensaje de Jesús y del misterio

eclesial resultó difícil desde el principio. Un problema

que empezó a preocupar a los apóstoles fue el de las

conversiones. El mensaje de Cristo, ¿era universal o

particular? ¿Había que bautizar a todos o sólo a los del

pueblo judío? Por otra parte, ¿era necesario que los

gentiles se convirtieran al judaísmo para hacerse

cristianos, o no? Para resolver la cuestión se convocó el

concilio de Jerusalén (49d.C.). Pedro, Pablo, Santiago y

Juan se reúnen para discutir el problema. Santiago,

encargado de la comunidad de Jerusalén, defendía a los

judaizantes que abogaban por que los gentiles pasaran

- 5 -antes por el judaísmo para llegar al cristianismo. Pedro y

Pablo estaban en contra y prevaleció su opinión. Más

aún, los judíos cristianos no tenían que cumplir la ley

mosaica. 

El concilio de Jerusalén abrió las puertas a los

apóstoles para lanzarse, en afán misionero, a todas las

partes del mundo conocido. Pablo recorrió toda Asia

Menor, Grecia, y Roma. Pedro llegó a Roma. Juan se

estableció en Asia Menor, Tomás en la India, Bartolomé

en Persia, Felipe en Frigia, Mateo en Etiopía, Marcos en

Alejandría. Sin embargo esto no hay que aceptarlo a

ciencia cierta; las comunidades cristianas más pujantes,

en los centros más importantes, tenían a honor

demostrar su origen apostólico, pudiendo ser el motivo

para atribuir su presencia. 

Ya desde los mismos orígenes se formó una jerarquía

eclesiástica que quedaba delineada de esta manera:

apóstoles, obispos, sacerdotes o presbíteros, y diáconos.




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